martes, setiembre 27
¿POR QUE TODO TIENE QUE VER CON EL AMOR?

"stop your jealousy
he's not into you or me
stop all your madness
it all turns out to his sadness"
(Sofie- Jealous Girl)


Si hay una persona que siempre creyó que era imposible la amistad entre un hombre y una mujer, era yo. En un principio, solían decírmelo cuando años atrás mi fiel compañía era Juanma. Ibamos al cine, parábamos metidos en Burger King, íbamos a comprarnos ropa. “¡Es mi mejor amigo, coñooo!”, les repetía hasta el cansancio a todos aquellos que insinuaran que había “algo más”, a pesar de que en ese momento yo era novia de Angello, aunque era como ser la novia de nadie. De los casi 10 años que tenemos de amigos, fue en el primero cuando Juanma utilizó todas sus armas para ser mi novio... sin éxito. Con los meses, se le acabó el amor por mí y sin darme cuenta era como un hermano, de esos a los que adoras pero de cuando en cuando se merecen una mandada de mierda.

En algo tenían razón quienes derramaban su verborrea sobre el hecho de que una amistad hombre-mujer no puede ser 100% pura. Algo de cochinadita debe haber. Y si no es cochinadita, un pequeño drama se cocina por ahí. Hasta ahora, en mi casa me preguntan porque terminé con él, si era tan buen chico. Era mi mejor amigoooooooooo, COÑO!
El gordo Juanma y yo nos seguimos adorando pero al crecer, crecen también las distancias y ya no somos aquellos que pasaban horas conversando en las bancas del kennedy y que encontraban cualquier excusa para ir a celebrar a BK, tragando hasta las 12 de la noche, hora en la que el gordo me dejaba en mi casa y ya no pedía beso de buenas noches.

Jamás hubo un beso entre nosotros, aunque él, de vez en cuando, busca el momento perfecto para pedirlo y soltar algún “jocoso” comentario: “Ya pe chata, en 10 años medio Lima te ha besado, menos yo”, repite cagándose de risa mientras hace con sus regordetes deditos una L sobre su frente. Gordo maldito.

El amigo de Juanma, desde los tiempos aquellos en los que me pretendía, era David, aunque cuando me lo presentaron me dijeron que él era “El obrero”. No supe porqué hasta que, ya con una confianza avanzada, le pedí que subiera mi mochila al salón y él lo hizo. Cargaba backings, cámaras, mochilas y demás. Con el pasar de los años, fue mi “obrerito”, a quien le celebramos algún cumpleaños en mi casa y le hicimos probar gelatina con ron, a quien Carmen y yo emborrachamos para luego maquillarlo, a quien Juanma le puso de apodos desde “obrero” hasta “perro de obra”, por su esmirriada figura. Imposible olvidar los “Mosca de baño”, “Paco el Flaco” y el inigualable “Tito Mauri”. Eres un genio Juanma!.

Como ya saben, mi amistad con David sufrió un ligero cambio. El trabajar juntos todo el día, irnos de viaje, acompañarnos en malos momentos, sirvió para unirnos más. Lo quiero más. Lo extraño más.
Anoche, me dijo algo que me hizo reír mucho. Su ex Mariella le reclamó que le haya sido “infiel”conmigo. Yo me reí por semejante estupidez, mientras él renegaba. Yo seguía riéndome. “Dice que eres una entrometida de relaciones, chata, Mariela esta loca!”, escribió indignado. Luego de reírme, sentí rabia. Si hay una amistad con un hombre 100% pura en mi vida, es la que tengo con David. He aprendido a defender la posibilidad de que exista un 2% de probabilidades de que una amistad H.-M no se malogre, porque dentro de ese porcentaje estamos nosotros.

Y si, le aconsejé a David que no se altere por comentarios que no vienen al caso. Que su ex me odia por creer que tengo algo con él, es algo que me interesa tanto como saber cuantas calorías tiene la bolsa de chizitos que como con placer. Es decir, nada. Que el “obrero” no es mi tipo, también es algo muy cierto. Y, a la vez, que no soy yo, por quien David babea y a quien le dedica sus post mas rosados y melosos, además de sufridos, es algo que sabemos todos.
Saber que él me defendió de la lluvia de insultos que me fueron proferidos, me alegra, porque una vez más me demostró ser amigo. Sé que habrán más oportunidades para contar contigo, querido obrerito, para que estés ahí cuando lo necesito (como el último viernes), para cagarnos de risa sentados en una plaza de San Puta Madre y te daré mi mochila para que la cargues... como para no perder la costumbre...
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miércoles, setiembre 21
EL AMOR APESTA

“It's gonna make you cry
I've had the blues The reds
and the pinks
One thing for sure
Love stinks, yeah yeah”
(Love Stinks- The J.Geils Band)



Han pasado 3 días desde que H y yo terminamos. Aunque no hemos terminado, según él, terminar implica mucho más que decir “Ok, hasta acá llegamos”. No quería bailar sola, sin embargo ahora me veo haciéndolo, danzando al compás de una triste canción y abrazándome a mi misma. Estoy triste. Sí. Fue un triste domingo por la tarde y una noche más triste aún. ¿Fue una despedida? Yo asumí que sí, H que no. Era lo mejor. No es un buen momento para la relación. Hace bastante tiempo había dejado de ser un buen momento.

Las despedidas son horribles pero a veces tan necesarias. Esa noche, para distraerme, abrí el libro que había dejado en el olvido hace unas semanas, “Llámalo Amor si quieres” de Toño Angulo y dejé de leer en una parte que decía: “ Todo amor exige una despedida, esa ceremonia del adiós que habla de la agonía que produce la separación de alguien que ya nunca más será la mitad de uno”. Ya no quise leer más. Había sido suficiente de tristezas esa tarde, pero era mortalmente necesario tener esa conversación.

No dormí bien esa noche. A las 6 am mis ojos se abrieron para mirar el techo y darme cuenta que empezaba un nuevo día y había que enfrentar a la tristeza pensando en otra cosa: El trabajo. Mientras me cambiaba, me conecté al MSN y apareció él. “Hola, estas?”, me preguntó. “Si”, le contesté. Tenía como avatar esa foto que me gusta tanto y volví a llorar por la impotencia de no poder abrazar al tipo que desde hacía unas horas atrás se había convertido en mi ex. Horrible palabra.
Lo que escribió me dejó pegada a la pc sin entender claramente : “Tú, adornada de mil y un atractivos jamás sé que eres, callada cambias tan a menudo de cara y aspecto. Tú, cualquiera que sea tu edad y tu nombre eres un ángel o demonio cuando para mí tomas por turno, todas las caras del amor. Tú que eres mi alegría y mi tormento, unas veces mujer y otras niña, tú ofreces a mi corazón cada día todas las caras del amor. Yo soy el fuego que crece o que muere, soy el viento que ruge o que llora, soy la fuerza o la debilidad, yo podría desafiar el cielo y el infierno, podría amaestrar la tierra y el mar y reinventar la juventud. Tu vienes y me haces lo que quieres, un hombre feliz o desgraciado, una palabra de ti, soy polvo o soy Dios, tú sé mi esperanza, sé mi destino, yo tengo miedo de mis días siguientes...”.

Era la canción de Charles Aznavour que me dedicó el otro día, “Tous les visages de l’amour”. “Pienso mucho en ti cuando escucho esa canción, ojalá me entiendas un poco, te quiero mucho, no te quiero triste, te quiero”, escribió para luego irse a dormir.

Tal vez fue la última canción que me va a dedicar, será la última vez que tocaremos el tema. Sabía que mis setiembres traen cambios y este lo esperaba aunque no lo deseaba. No quiero bailar sola de nuevo. Hoy borré las más de 40 canciones que compartió conmigo, las que me ponían triste, las que me dedicó, algo tan simple como poner el dedo en “Delete” fue tan difícil cuando con solo leer los títulos venían los flashbacks a mi cabeza. Es triste, sobretodo saber que se fue a la mierda todo y por razones X que casi en nada tienen que ver con nosotros y no saber en que preciso momento fue. Solo sé que me hace falta, me hará falta los próximos días.

Me hará falta siempre. El amor no apesta, solo duele cuando te quedas solo con las palabras de aliento de los demás, “Ya va a pasar, Vale” “Entiendo lo que sientes, Vale” “Lo siento, chata”. Nadie puede saberlo ni entenderlo, al mismo tiempo, todos lo saben y entienden, pues todos hemos pasado por una situación así. No quiero consejos ni palabras de aliento, no quiero que me digan que entienden ni que lo sienten, pero gracias a quienes ya lo dijeron, porque sé que no estoy sola, aunque por momentos quiera estarlo.

Se quedó parte de su ropa, su cepillo de dientes, las cosas que me regaló y duelen hasta el hueso. Despiértenme cuando setiembre acabe...
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martes, setiembre 20
EL PACIENTE INGLES

“He said return the ring
He knows so much about these things
La, la-la, la-la, la-la,
this charming man ...”
(This charming man- The Smiths)

El periodismo es así, un día me encuentro almorzando frente al mar con el dueño del “Costa Verde” y al otro, la irónica vida me sienta en la mesa del dirigente de un asentamiento humano frente a un plato de arroz con lentejas preparado para alimentar a todo un comedor popular. Hay algo que no cambia, la grabadora en medio de la mesa y al costado del vaso de limonada, solo que esta vez no fue frozen. Otra diferencia, el plato de lentejas era más grande que en el que sirvieron sashimi la vez pasada.

Esta semana me la pasé buscando dirigentes de Asentamientos Humanos para entrevistarlos, a pedido de mi jefe. Me llevó uno de los arquitectos de la muni, el amabilísimo señor V. Me sorprendió su amabilidad, tanta educación en una sola persona que vive en el Perú es como haber encontrado una aguja en un pajar. Y tenía razón. No era peruano. Era un inglés peruanizado. Mr. V. me pareció un tanto, inclinado hacia el otro lado, su manera delicada de hablar me hizo pensar que sus gustos no estaban dirigidos hacia las mujeres.

Delgadísimo, con más de cincuenta años encima y siempre con sus camisas a cuadros me guió durante 3 días entre tierra, esteras e infinita pobreza. Y pensar que uno cree que tiene problemas ¿no?. Así pude conocer de cerca al parsimonioso Mister V.
Como buen inglés, su almuerzo empezaba inevitablemente y sin contratiempos, a las 12 del día, para lo cual se aseguraba saliendo a las 11:50 am de la oficina. Lo veía, con curiosidad, regresando revitalizado y feliz. Luego conocería su secreto.
El primer día, alguien llamó a su celular y él sostuvo una charla de varios minutos en francés. Le decía a alguien que le alegraba mucho que ya haya llegado a Perú y que no podía ir al aeropuerto pero que lo esperara en su casa. Cuando colgó, confianzuda yo, y con ganas, muchas ganas de practicar el francés, le dije: “ Est-ce-que- vous êtes francais, Monsieur. V.?( Es usted francés, Señor. V? . Me miró por el espejo retrovisor con una sonrisa de oreja a oreja y abriendo sus pequeños ojos marrones y respondió: “ Mademoiselle Valeria, Vous parlez tres bien le francais!” (Señorita Valeria, usted habla muy bien francés) . Yo sonreí un tanto avergonzada y crucé los dedos para que no me preguntara dónde lo había aprendido, pues, solo llegué a tercer ciclo porque no tenía mucho tiempo libre ya. Y empezamos a conversar en francés, claro, yo me demoraba minutos en recordar cada palabra y conjugación haciendo mil esfuerzos para que la lengua no se me trabara. Él, como buen inglés, me escuchaba pacientemente.

El tercer día, acabamos las entrevistas a las 5 p.m. Subimos a la camioneta de regreso y se escuchó un ruido. Un rugido dentro de mi barriga. No había almorzado. Dos días antes, Mr. V. me había prometido invitarme a almorzar. El rugido era una señal de que no iba a existir jamás un mejor momento para cumplir su promesa. Segundo rugido, esta vez más fuerte. (¡qué roche!) “Valerita, esa ha sido tu barriga?, me dijo un tanto preocupado. “Si”, le contesté un tanto abochornada. “Yo te debía un almuerzo, vamos a donde yo suelo comer”, le dijo al chofer. Para mí pidió un bisteck con papas fritas, que a simple vista, era casi un placer sexual. “Est- ce-que vous pris le déjeuner encore?”(¿Es que usted va a almorzar nuevamente?) le dijo el mozo. Al parecer yo no era la única que quería practicar el francés con Mr. V. “Non, je veux un gâteau au fromage”, le contestó pidiendo un cheesecake.

Cuando trajeron mi plato a la mesa, Mr. V se adelantó a rezar agradeciendo por lo que íbamos a comer, dio gracias por su pastel, yo por mi apetitoso bisteck y el chofer por su ensalada. No mucha gente reza antes de comer, y normalmente yo nunca lo hago pero lo que estaba frente a mí a las 5 de la tarde, a punto de entrar a mi estómago, era digno de agradecerse. “Bon Appetite!”, me dijo apenas terminó de persignarse.

Ya con un poco más de confianza, me contó que era casado, con una belga ex modelo de Versace, que vivía en Bélgica con sus hijos. Es decir, mis creencias eran erróneas. Mr. V. no pertenecía a la jaula de las locas. Había resultado ser un gentleman en todo el sentido de la palabra. 15 minutos después comprendí la razón de la felicidad que él muestra cuando regresa de almorzar. ¡Qué bisteck más soberbio!.

Ahora que ya terminé mi ciclo de entrevistas, no hay razón para ver a Mr. V., pero su amabilidad y cortesía me fue transmitida y cada vez que voy a la municipalidad, me doy un momento para subir a saludarlo, tal vez, en algún momento, volvamos a aquellos lugares en progreso, que le son tan familiares, y vuelva a tener a alguien con quien practicar mi paupérrimo francais. A toute l’heure, Monsieur V.!
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domingo, setiembre 11
EL AMIGO QUE NO PERDI

“Come back come back
Don't walk away
Come back come back
Come back today”
(In between days- The Cure)


“Estoy sentada en la plaza de San Jerónimo de Surco y, puta madre, te extraño”, le escribí en un mensaje de texto. De verdad lo extrañaba. El nombre de David estuvo presente en mis primeros post, entre anécdotas y viajes, malos y buenos momentos. De un momento a otro, todo cambió. La semana pasada mi jefe me mandó a San Jerónimo de Surco, lugar al que hace un mes fui con él escapando de nuestras crisis en Lima. Ambos andábamos con problemas y nos refugiamos en aquel lugar, “en las coordenadas exactas donde nada importa”, como escuché por ahí. Cuando puse un pie en el pueblo, miré a mi costado y David ya no estaba. No tenía con quien conversar, a quien atacar por su continua apatía, con quien reírme de sus chistes, aunque estos sean malísimos y como dice Juanma “No dan risa”.

Mientras esperaba que llegara el alcalde para hablar con él, me senté en la plaza, compré un paquete de galletas de soda y saqué mi “Etiqueta Negra” para leer en una de las bancas de madera. Levanté la mirada y estaba frente al lugar en el que, hace un mes, habíamos pasado 3 horas sentados mientras nos acomodaban un lugar para dormir. Vacío. Dejé la revista de lado y saqué el celular de la mochila respondiendo a una necesidad casi biológica de manifestar mis sentimientos a través de palabras escritas. Mandé el mensaje. Esperaba una respuesta parecida a “Yo también te extraño”, ya que, desde que él dejó de trabajar conmigo, no lo vi mas. Seguí leyendo y él respondió. “¿Qué haces ahí?”, me preguntó.

Eso era lo de menos, lo importante es que extrañaba a mi amigo! Y me daba cuenta de lo irónica que suele ser la vida a veces, pues fue David quien me llevó a trabajar a la productora y era yo quien seguía ahí... y él ya no. Ya no es tan divertido ir hasta Chosica todos los días sola, tal vez no volvamos a viajar juntos y matarme de risa con él, probablemente encuentre otro trabajo y ya no regrese. Aunque fueron solo 2 meses trabajando juntos, llegué a quererlo más de lo que ya lo quería, fue mucho más amigo de lo que esperé, y probablemente él no lo sepa. No estuvo en mi cumpleaños pero traté de entender sus razones.

No quiso ver a nadie en el suyo y lo entiendo también. David ha abierto una brecha entre él y el mundo. Una computadora nos mantiene comunicados, pero no lo puedo abrazar como antes, ni reírme de sus malos chistes, ni decirle “IMBAAAACIL” cuando hace alguna burrada, ni darle mi mochila para que la cargue, ni contarle lo que me esta pasando ahora porque el msn peca de inpersonal. Solo espero que mi buen amigo David encuentre una ventana y salga otra vez al mundo donde lo esperamos muchos, todos pasamos por épocas malas, nadie se libra, pero con compañía las cosas no se ven tan graves. Te quiero mucho. Regresa David! No seas Imbaaaaacil!.
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lunes, setiembre 5
BAILA CONMIGO

“Y entre toda esta gente
nos fuimos a encontrar,
parecíamos predestinados para así bailar”
(El baile y el salón- Café Tacuba)



El había venido a almorzar a mi casa varias veces y yo ni cuenta. Habíamos estudiado en el mismo colegio y yo ni cuenta. Su mama era muy amiga de mi mama y yo ni cuenta. Era el sobrino de la esposa de mi tío y yo ni cuenta. Era amigo de mi ex y yo ni cuenta. Y es que Lima peca de pequeña y el destino de irónico. Tuvimos que esperar a que nos cambien de colegio, que mi mama y su mama dejaran de trabajar juntas años después y dejaran de verse y visitarse, que su tía y mi tío se divorciaran, para poder conocernos, en el momento justo y apropiado.

Yo salía de una experiencia no muy agradable, algo bonito que se volvió feo. Él salía de una novela que se volvió película hindú. Por aquellos tiempos, yo conducía un programa de radio en internet y su tía, al saberlo me dijo: “Escríbele a mi sobrino para que te pase el ultimo disco de Fangoria, te dejo su mail”. Se llamaba H y su mail era bastante raro. ¿Quién seria el tal H? Lo agregué al msn y él me aceptó. Lo que empezó con un pedido para que me pase el disco se convirtió en una amistad muy fuerte aunque no nos conociéramos en persona. ¿Así que tu estudiaste en el Américo Vespucio?, ¿Así que tu mama es pata de mi mama?, ¿Así que conoces a Angello? ¡Es mi ex! . “Que malos gustos tiene esta chica”, habrá pensado. Sin embargo él siguió ahí, yo leía todos los días lo que este chico de letras verdes tenía por decir.

Él había visto fotos mías pero yo no las suyas así que, un buen día le escribí: “Oye pásame una foto tuya para conocerte”, ya sintiendo que me gustaba aunque no supiera como era su cara. Y me la mandó. “No pasa nada”, pensé. Recuerdo que le dije que se parecía a La Mole. Pobre H. Solo soltó un obligado “jajaja”. Habían pasado 2 meses y llegó el día en el que planeamos encontrarnos y conocernos. Ibamos al ir al cine. Era el día del periodista y yo tenía que celebrar de alguna manera. Llegó a recogerme y pensé: “No pasa nada”. El pensó: “Tiene pinta de calabaza”.
Desde ese momento, no hubo un momento en el que dejáramos de hablar. Sentí que lo conocía de siempre. No fuimos al cine. Le dije para ir a bailar. Yo no sabía que a él no le gustaba bailar, sin embargo aceptó... y bailó.

Toda esa semana, la pasé en su casa, feliz de tener un amigo con el que me sintiera tan bien. Al tercer día me di cuenta que me gustaba... mucho. Me estaba enamorando de La Mole pero aún no me daba cuenta. Esa misma semana salimos a bailar otra vez y él me besó. Yo no quise. No quería malograr esa amistad tan de puta madre que teníamos pero al primer roce con sus labios ya no quise soltarlo y lo besé en las escaleras viejas de un local al borde del colapso frente al “Rincón cervecero”.
Me hice novia de la mole, del chico de las letras verdes y el mail raro, del hijo de la amiga de mi mama, del sobrino de la ex esposa de mi tío, de H.

No sé porque quise escribir esto, tal vez rememorando tiempos mejores y mágicos y aunque está a punto de pasar un año del comienzo de esa historia, él y yo seguimos juntos, increíblemente juntos, a pesar de los miles de problemas que llegaron después. Al igual que él, me pregunto cómo hicimos para sobrevivir, y aunque no estemos en el mejor momento de la relación, tal vez el peor, aun sigo sintiendo esa misma sensación de paz y tranquilidad cuando él está cerca, similar a la del tipo que se tiró del avión y abrió su paracaídas para disfrutar del vuelo. Sigo sonriendo cada vez que él me dedica una canción, sigo extrañándolo cada noche que no está conmigo y sigo queriéndolo como la primera vez que sentí que el chico que compartía sus canciones conmigo, iba a seguir compartiendo mucho más que eso.

No sé hasta cuando seguiremos juntos, si volveremos a bailar “El baile y el salón” y mirarnos como idiotas mientras la cantamos, si seguirá dedicándome canciones, si leerá este post. Algo si es indudable, que lo quiero más de lo que él se puede imaginar y que él me quiere más de lo que yo creo. Pero hay algo más de lo que estoy segura, no quiero volver a bailar sola...

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