viernes, setiembre 22
AQUÍ ME QUEDO…



Todo se movió y es mejor
quedarse quieto, pronto saldrá
el sol y algún daño repondremos,
terco como soy… me quedo aquí”.
(Me quedo aquí- Gustavo Cerati)


Han pasado tantas cosas desde ese concierto de Cerati, en el que por cierto la pasé tan bien… y es que hace mucho que no me divertía tanto en una tocada, el último fue de la oreja de van gogh y fue muy sweet para mi gusto, pero Cerati es Cerati, aunque nunca fui fan de él debo reconocer que es un maestro. Estar en ese concierto me hizo recordar viejas épocas cuando andaba en la revista de rock que hice con la chata Angie, andábamos de tocada en tocada, desde las mas grandes hasta las subtes en el jr chota del centro de lima. Fui un pez en el agua en esas tocadas, la música es mi vida, me llena, me inspira y luego de todos estos acontecimientos, una tocada como la Cerati en Lima, fue como una vitamina.

Pasaron muchas cosas desde mi último post así que procedo a ponerlos al día. Resulta que habrán algunos personajes que ya no estarán mas aquí, al menos eso espero, como por ejemplo el señor ballena, que salió con el rabo entre las piernas luego de que el nuevo dueño le pidiera las cuentas claras acerca del dinero entrante de la publicidad, y él no supo que decir ni tuvo recibos que mostrar, así de simple. Se fue sin despedirse y tan solo nos deseó suerte antes de abandonar la redacción, como cuando el chavo del ocho se fue de la vecindad al ser acusado injustamente de ladrón, solo que este sí robo de verdad y mucho. Semanas antes de irse, el señor Ballena me llamó a su oficina para pedirme lo que le pidió a cada editor de área, que decidiera quien de su sección se iba pues había llegado el momento de hacer una reducción de personal. Apenas dejó de hablar yo ya había tomado una decisión, era fácil decidir entre Jenny y Mario.

Yo elegí a Mario, pero aun así le contesté: “¿Me dejas pensarlo un rato?”. Caminé hacia mi sitio para darle la noticia. Recordé los malos momentos que me hizo pasar la Shimizu, las faltas de respeto, las pisoteadas y aunque no tenía quejas sobre su trabajo, si las tenía sobre su persona y la decisión fue tan sencilla como desenvolver un caramelo y metértelo a la boca. Si ella en algún momento no recordó quien tenía la sartén por el mango, ésto hizo que lo trajera a su memoria nuevamente. Dejó de trabajar conmigo y yo sentí que no existía mejor cura para mi salud mental que ésa. Luego vinieron los comentarios de gente que pensó que al irse, nosotros dejaríamos de sacar primicias.

Nada más falso que eso, porque para empezar, las primicias que sacamos apenas ella entró, eran mías mientras todos pensaban que eran de ella, incluso gente cercana a mí lo pensó. Yo renegué y dije: “Bueno, tiempo al tiempo y paciencia”. Ella se fue y yo decidí callarle la boca a todos. Hoy, casi tres meses después, se callaron. Estoy aprendiendo a jugar en esto, a mover mis fichas con sutileza y tranquilidad. Hace pocas semanas me di cuenta que ya estaba en carrera compitiendo, que tenía a la competencia con sus ojos sobre mí y esa presión era lo que necesitaba. He empezado a correr, ya no estoy atrás en la carrera y no voy para atrás… ni para tomar impulso.

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Lee aquí el capítulo anterior...


 
posted by Textualmente activa at 5:57 p. m. | Permalink | 8 comments

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