viernes, abril 13
EL GUSTO ES MÍO, BAIRES


“Eclipse en el Luna Park
eclipse de alta mar
parece que perdí la visión del tercer ojo
y los otros dos no quieren mirar”
(Eclipse en el Luna Park- Andrés Calamaro)



He llegado a la gran Buenos Aires. La dulce madrina de Daniel nos fue a recoger a Ezeiza y nos instaló en un hotel a los 3. En realidad, sería a los 2 ya que yo me hospedaría en casa de Martín, quien me dijo que tomara un taxi hasta su casa ubicada en Libertador con Callao (como para no olvidarme del Perú) a las 8 de la noche. Eran las 5 de la tarde y los 3 salimos a caminar por las calles aledañas al hotel y de paso cambiar algunos dolarillos en Coto, el supermercado más cercano. No todo podía ser lindo en Baires, se buscaron el nombre más feo para ponerle a un supermercado, Coto. ¡Ta que horrible!, como diríamos en Lima.

Como andábamos con las cámaras a cuestas, el solícito Daniel decidió quedarse afuera esperándonos y cuando Rafael y yo salimos de comprar, nuestro solidario amigo había desaparecido. Volvimos al hotel y ni rastro de él. No había vuelto. ¿Qué pasó con él? ¿Se lo habrían llevado para ser víctima de algún negocio negro en Baires?, ¿alguna mafia comercializadora de peruchos?. “Creo que has visto Hostel demasiadas veces”, dijo Rafael, quien después de 20 minutos de desaparición se inquietó de una manera insoportable, y caí en cuenta de que la razón de su preocupación estaba dirigida hacia su cámara fotográfica Daniel podía irse al carajo si quisiera .

Sabía que Rafa tenía un ego del tamaño del obelisco, incluso más grande, además de engreído, miedoso, desconfiado y egoísta. Miré el reloj por milésima vez. “Malditos minutos, ¿No pueden avanzar mas rápido para quitarme de encima a este pelmazo?
Media hora después, Daniel apareció. Estuvo parado estoicamente en la puerta de Coto esperándonos y entonces nos dimos cuenta que nosotros salimos por la puerta trasera. “jJe, je, je un error lo comete cualquiera ¿no?”.

Cuando por fin dieron las 8, me vi en un taxi camino a la casa de Martín. ¡Cómo cambió el negro en todos estos años, y pensar que cuando andaba conmigo era un saco de huesos con piercing en las tetillas!. El triste y dramático episodio de la despedida en Lima y por ende, el corte de la fugaz relación que tuvimos, parecía olvidado. Me abrazó tan fuerte que mis pies se balancearon en el aire como los péndulos de un reloj antiguo. “Seguís igual de chata”, me dijo con su graciosísimo acento argentino, y me invitó a pasar a su casa.



Una hora después, fuimos a Puerto Madero, hacer una parada fugaz en el taxi para tomarme la foto de rigor en la fachada del Luna Park.




Una caminata a lo largo del puerto, maravillándome con la belleza de su nocturnidad, me hizo respirar por fin los verdaderos buenos aires y minutos despues nos encontramos con Daniel, Rafael y su madrina, con quienes nos fuimos a cenar a “Sigue la vaca”, donde comí como marrana.
Como si eso fuera poco, Martín y yo nos fuimos a un bar llamado “Living” a tomar unos tragos con sus amigos.

Juro que ya no daba más, había sido un día larguísimo y pesado en el que no cerré los ojos desde que me subí al avión ayer por la noche y ahora, estoy en la super computadora de Martín, antes de dormir y caer en estado de coma. Mañana será un día pesado y faltan tan sólo 2 para poder ver a mis Aerosmith, pero ni siquiera puedo sentir emoción, estoy adormecida… Buenas noches, Buenos Aires…



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Lee aquí el capítulo anterior...












ajada
 
posted by Textualmente activa at 1:00 a. m. | Permalink |


1 Comments:


  • At 9:17 p. m., Blogger Katy Cano

    Bs-As... te envidie esos días, sobre todo por tu entrada a la Bombonera a tierra santa como diria alguien, pero tengo algo de Boca en mis manos:D

     

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