lunes, octubre 10
YO FUI FAN DE PABLITO RUIZ

“Tengo el corazón herido
solo pienso en tus cariños
ojos claros, labios rosas
dejame que te haga cosas”
(“Ojos claros, labios rosas- Eli Guerra”)


“Oh mamá, ella me ha besado, oh mamá estoy enamorado de ella”. Podría seguir con la cancioncita de marras ya que aún permanece en mi memoria aferrándose a no desaparecer, a pesar del tiempo. Pablito Ruiz. Un buen día apareció en la pantalla de mi televisor, allá por el 89. Cortecito ochentero, camisita hawaiana que a veces dejaba por el look “Mini Miami Vice” y voz gangosa. El niño estaba en pleno desarrollo cuando ya le alteraba las hormonas a las chicas, incluidas mis amigas de 5to grado de primaria y yo. Su mami lo había llevado a un concurso de esos que te hacen famoso, un tal “Festilindo” (que tal memoria) y nosotras nos habíamos enamorado de su retoño. Ella se había convertido en “La suegra”.

Pablito iba creciendo y sus movimientos se hicieron cada vez más dudosos. No hubo papá, hermano, primo ni vecino que no tratara de convencernos a nosotras, sus babeantes adoradoras, de que aquel niño... quería ser niña. Como toda adolescente enamorada, yo anudaba la venda que cegaba mis inocentes ojitos, sin dejar de destilar baba, para desmentir semejante injuria.
Nunca tuve un disco de él, sin embargo, me sabía todas las canciones, con ayuda de los cancioneros que vendían en la puerta del colegio. A Pablito lo compartí con Gigi, mi mejor amiga de primaria, y que, casualmente, era sobrina de Jorge Henderson, un bigotudo conductor de un programa musical, que en uno de sus tantos viajes, le había conseguido el codiciado autógrafo del chico que lucía sus mediecitas cubanas blancas con sus zapatos negros de charol cuando cantaba la insoportable “malagueña”.

Gigí lo enmarcó. Yo la odié. Iba a su casa a jugar mientras mi mente maliciosa planeaba los fallidos intentos de apropiarme de la dichosa firma, aunque dijera “Para Gigi”. Era algo escrito por Pablito. Mi Pablito.

Con el pasar de los años, la voz le cambió. Ya no era Pablito. Era Pablo. Para dejar en claro que ya había crecido apareció en un videoclip desnudo con una mujer, como para mandar al desvío el rumor de que él, en la vida real, oculta y ultrasecreta, hacía lo mismo pero con un acompañante masculino. En ese entonces yo ya había mandado a Pablito al olvido y andaba botando baba por los Menudo, por eso no me provocó mayor decepción el que se exhibieran, años más tarde, unas fotos de Pablo, vestido de mujer, labios pintados y dándole la razón a los papás, hermanos, primos y vecinos que ni siquiera se molestaron en decirnos a la ex ensalibadas fans: “¿Ya ves? Yo te lo dije!”, porque la triste verdad era que ya nadie se acordaba de Pablito Ruiz.

Yo lo sigo recordando. Me lo recuerda la foto en casa de Gigi junto a sus posters en la cabecera de su cama, algunos vídeos del recuerdo, y sobretodo la foto que NADIE verá , en la que salí a actuar en el colegio, como una de las bailarinas de Pablo en el vídeo de “Manía”. A él lo personificó Sheila, quien lo amaba tanto, que se cortó el cabello como él, es decir...¡Plop!.
Por eso, confieso haber amado al chico de la voz gangosa, de dudosa sexualidad e incierto futuro, al fin y al cabo, todos tenemos un pasado oscuro... ¿Cuál es el tuyo?
Lee aquí el capítulo anterior...
 
posted by Textualmente activa at 10:22 a. m. | Permalink |


1 Comments:


  • At 12:40 a. m., Anonymous Anónimo

    yo tambien lo fui y lo soy aun...
    lo adoro,el cariño es el mismo
    no a cambiado en nada

     

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