“Todos los juguetes rotos
Todos los amantes locos
Todos los zapatos de charol
Todas las casitas de muñecas
Donde celebraba fiestas
Donde solo estaba yo”
(El universo sobre mi- Amaral)
El año pasado cumplí 25 años y aunque, mirar atrás es de mala suerte, le eché una corta mirada a lo que había hecho hasta el momento. No me era desagradable lo que veía, aunque tampoco había sido el mejor año de mi vida. Aún así, decidí celebrar mi cumpleaños siguiendo la tradición, rodeada de gente que quiero e invitando a algunas personas que entraron a mi vida en ese año. La pasé mal. La terraza de mi casa no fue un buen lugar para tomar chela helada en pleno invierno, la lluvia no me ayudó y el frió se llevó temprano a mis amigos. Terminé bailando en Yacana hasta las 6 am con mi ex jefe Willi, Amanda, Jean y Juanca.
A partir de ese mes, llegó una serie de cambios algo radicales en mi vida, cosa que me asustaba pero pensaba que en esos 25 años algo debí haber aprendido para sobrellevarlos. Y así fue.
Meses después, en octubre, la chata me confesó que no se sentía preparada para cumplir 26 años. Yo me preguntaba: “¿Es que acaso la crisis de la edad no nos agarra recién a los 30?”. En su caso no. Y luego me dí cuenta de la razón de su conflicto, no estaba satisfecha con su vida en ese momento. Sin trabajo, con un amor de lejos y sin muchos logros personales.
Dentro de una semana cumplo 26 y la idea de la fiesta está totalmente descartada de mis planes, he empezado a recibir llamadas preguntando como será la juerga este año y mi respuesta es: “No tengo muchas ganas de celebrar”. No es por crisis, creo que me siento bastante satisfecha con todo lo hecho hasta ahora, con lo aprendido de las cosas buenas y malas, nadie me va a quitar lo bailado.
En este momento de mi vida, tendría muchas cosas por las cuales celebrar pero no quiero. Me divierto mucho en mi trabajo, me uno a la lucha con Hernán para que nuestra relación no se caiga al pozo y ha sido genial albergarlo este año en mi vida, he sabido reconocer quienes son mis verdaderos amigos y eso es todo un logro!, no cualquiera lo hace, me ha costado dejar personas en el camino para tomar un rumbo distinto.
No se si habrá torta este año, normalmente no la hay, suelo preferir regalos que pueda disfrutar sola jejjejej, y si es que la hay, ¿Cómo me sentiré al verla tan iluminada como la iglesia de las nazarenas en octubre?. Es seguro que experimente algunos flashbacks agradables mientras se apaga cada vela, solo espero que haya gente que me ayude en la cuesta arriba hacia la base tres. Oh my god! Lo dije! Lo dije! Base tres! ¿Alguien le puede decir al tren que no me deje, que es posible que me demore un poco en llegar?...
Lee aquí el capítulo anterior...
Todos los amantes locos
Todos los zapatos de charol
Todas las casitas de muñecas
Donde celebraba fiestas
Donde solo estaba yo”
(El universo sobre mi- Amaral)
El año pasado cumplí 25 años y aunque, mirar atrás es de mala suerte, le eché una corta mirada a lo que había hecho hasta el momento. No me era desagradable lo que veía, aunque tampoco había sido el mejor año de mi vida. Aún así, decidí celebrar mi cumpleaños siguiendo la tradición, rodeada de gente que quiero e invitando a algunas personas que entraron a mi vida en ese año. La pasé mal. La terraza de mi casa no fue un buen lugar para tomar chela helada en pleno invierno, la lluvia no me ayudó y el frió se llevó temprano a mis amigos. Terminé bailando en Yacana hasta las 6 am con mi ex jefe Willi, Amanda, Jean y Juanca.
A partir de ese mes, llegó una serie de cambios algo radicales en mi vida, cosa que me asustaba pero pensaba que en esos 25 años algo debí haber aprendido para sobrellevarlos. Y así fue.
Meses después, en octubre, la chata me confesó que no se sentía preparada para cumplir 26 años. Yo me preguntaba: “¿Es que acaso la crisis de la edad no nos agarra recién a los 30?”. En su caso no. Y luego me dí cuenta de la razón de su conflicto, no estaba satisfecha con su vida en ese momento. Sin trabajo, con un amor de lejos y sin muchos logros personales.
Dentro de una semana cumplo 26 y la idea de la fiesta está totalmente descartada de mis planes, he empezado a recibir llamadas preguntando como será la juerga este año y mi respuesta es: “No tengo muchas ganas de celebrar”. No es por crisis, creo que me siento bastante satisfecha con todo lo hecho hasta ahora, con lo aprendido de las cosas buenas y malas, nadie me va a quitar lo bailado.
En este momento de mi vida, tendría muchas cosas por las cuales celebrar pero no quiero. Me divierto mucho en mi trabajo, me uno a la lucha con Hernán para que nuestra relación no se caiga al pozo y ha sido genial albergarlo este año en mi vida, he sabido reconocer quienes son mis verdaderos amigos y eso es todo un logro!, no cualquiera lo hace, me ha costado dejar personas en el camino para tomar un rumbo distinto.
No se si habrá torta este año, normalmente no la hay, suelo preferir regalos que pueda disfrutar sola jejjejej, y si es que la hay, ¿Cómo me sentiré al verla tan iluminada como la iglesia de las nazarenas en octubre?. Es seguro que experimente algunos flashbacks agradables mientras se apaga cada vela, solo espero que haya gente que me ayude en la cuesta arriba hacia la base tres. Oh my god! Lo dije! Lo dije! Base tres! ¿Alguien le puede decir al tren que no me deje, que es posible que me demore un poco en llegar?...
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